Tenemos que aprender a estar contigo sin verte. Eso nos propusimos como un acto desesperado por sobreponernos. Pero no habíamos reparado en lo más importante: ¿cómo se aprende a estar contigo sin verte?

Un año después podemos decir que es un aprendizaje que todos los días comienza, pero no termina. Y que nos hemos aferrado a tus recuerdos para continuar juntos. No solo en momentos y fechas especiales, sino sobre todo en cada instante de nuestras vidas.

Cada pensamiento, decisión, acción o frase ha brotado como una conversación contigo, recordando anécdotas, bromas, lecciones y palabras tuyas, todas ellas precisas para cada momento. 

Sabemos que así quieres que te recordemos, tanto tu familia como tus amistades, porque nunca te has ido: estás aquí, a nuestro lado.

Aquí estás como lo que sigues siendo: alegre, bailarina, sentimental, bondadosa, curiosa, entrañable. Porque cada uno puede repetir lo que dice esa canción que suena siempre: 

"Y tengo tantas cosas, tantas cosas tuyas. Es maravilloso recordarte así y quererte tanto". 

Te queremos mucho, Anita. 

Te amo, vieja. Gracias por estar siempre a mi lado en cada paso de mi vida. Gracias por guiarme con amor, ternura, paciencia y acierto. Gracias por aplaudir mis logros y, sobretodo, por darme la mano en mis caídas. Hoy día no te puedo ver, pero siento tu presencia, y sé que sigues guiándome de día y susurrándome consejos en mis sueños, porque no te has ido: ahora eres un ángel que sigue como siempre a mi lado. Te amo, mamá".  

¿Ahora a quién le contaré sobre mi último libro leído, mi último trago con pisco, mi último invento en la cocina, mi último sueño romántico, mi última noche de bohemia? ¿Ahora con quién escucharé la última canción de rock, chicha o huayno que he descubierto? ¿Ahora quién me alcanzará agua florida mientras escribo (o peleo) en la laptop durante las noches? 'Yo, Richosky', de pronto escucho tu voz y me enjugo las lágrimas. Sí, aún estás aquí. No estoy pensando ni hablando solo. Escucha, mamá, este rock que me inspira por estos días. ¡Qué bueno que te guste! Veo que ya sacaste tu guitarra imaginaria. Seguimos siendo los mismos. Por siempre".

Nunca te vimos tan feliz como cuando estabas a lado de tus padres Jerónimo y Fortunata. De ambos aprendiste a darnos lo mejor para que juntos construyamos el camino por donde hoy recorremos. Para ellos, siempre serás su Ana María tan querida. 

Fortu se ha quedado extrañándote, pero aferrándose a cierta tranquilidad que le da saber que gozas de la felicidad eterna junto a Jero. Son los ángeles que cuidan y guían a la familia. 

Fortu y Jero siempre te seguirán recibiendo felices en casa para prepararte el almuerzo y lonche que desees. Son tu orgullo y ellos están orgullosos de ti.